Lea - articule blog Zep

¡Hacer malabares entre la universidad y el voluntariado: fue una actividad deportiva!

 

Este escrito es una traducción de un artículo de Lea, 20 anys, voluntaria y becaria en Service Civique a París (França) publicado en el blog Zep.

Decepcionada por la universidad, multipliqué las acciones del voluntariado. Estas experiencias me enseñaron mucho más que los cursos de psicología.

Empecé mi primer año de psicología en la Universidad de Rennes con la convicción de que iba a hacer lo esencial de mi formación intelectual. Pero una vez que estaba en la facultad, fue como una ducha helada. Para paliar el vacío de mis estudios, dediqué mi tiempo libre a alimentar mi curiosidad en otra parte y a comprometerme en asociaciones.

En segundo de bachillerato, cuando tuve que elegir mi vocación, la idea de convertirme en psicóloga apareció como un brote de inspiración: me encantaban las confidencias, era muy empática, y sobre todo quería ayudar a los demás. Esperaba secretamente eliminar el dolor de la gente y me vi como la que los salvaría de sus sufrimientos. Era ingenuo y presuntuoso, pero esperaba que mi trabajo tuviera un impacto concreto. Y como odio hacer las cosas a medias, ya estaba pensando en adentrarme en asociaciones para usar mis cualidades humanas.

Cuando empezó el año escolar, aproveché la oportunidad para dedicar tiempo al voluntariado.

Antes del inicio del curso, los becarios de la AFEV nos presentaron la estructura y el proyecto. Unas semanas después, conocí a la niña de quien iba a ser mentora durante el año. Implicarme con ella me permitió canalizar mi hiperactividad y, al mismo tiempo, adquirir nuevas competencias. Tenía que ser creativa cada semana para proponer juegos o actividades diferentes, para establecer una relación de confianza. Tenía la impresión de estar usando inteligentemente mi tiempo libre.

Había fantaseado con el curso universitario

En paralelo, el curso universitario creaba mi rutina. Los primeros meses, descubrí la vida estudiante, y estaba excitada por aprender conceptos nuevos y luego, todo pareció menos bonito. Viví una verdadera desilusión.

Estaba tan segura de mi proyecto profesional cuando entré en la universidad que me autoengañé un tiempo antes de darme cuenta que no estaba satisfecha.

Además, era de naturaleza muy curiosa, y el tiempo investido en reescribir neciamente diapositivas soporíferas me aburrió profundamente.

Tenía también muchas dificultades para entender cómo podemos aprender una profesión basada en el contacto humano si te quedas detrás de un ordenador.

Ese no era mi sitio, pero no tenía ningún plan B, así que seguí comprometiéndome fuera de los estudios para sentirme útil.

El verano que separaba mi primero y segundo año de carrera me pareció interminable. Entonces, casi automáticamente, hice voluntariado, de aquí para allá. Ayudé a dar cursos de francés a personas extranjeras. Era algo concreto, por fin. Pero eran solamente algunas horas, no suficientes para mí.

¡Finalmente, tenía la sensación de sentirme útil!

Pasé por delante de un cartel de un festival al azar: “Verano en el barrio» que estaba buscando personas voluntarias. Fui a una sesión informativa y empecé en un centro de medios de comunicación. Por curiosidad participé en una emisión de radio del Festival “Canal B”. Después de eso, el director de la radio me dijo que estaba satisfecho con mis intervenciones y me ofreció crear una emisión juntos. La periodista que estaba al mando ese día quería crear una crónica feminista: era la oportunidad perfecta.

De repente, mi segundo año de universidad fue como hacer deporte, entre las clases, la preparación para los exámenes y el voluntariado. Ya no era solamente ayudar a mejorar la salud mental de la gente, sino también contribuir a mejorar la sociedad de manera general.

A pesar de que mis compromisos asociativos fueran considerados como loables, (haciendo de mí una persona “buena”, creo), nunca sentí que se los tomasen en serio.

Ahora tengo mi título de psicología, pero aún no puedo ofrecer apoyo psicológico. Para mí, lo importante es toda la energía que puse para defender los valores en que creo.

¡Es una acción que necesita de ser más reconocida!

 

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