Mi tándem, un lugar de conciencia por Lola de Gallego

Lola es voluntaria en el  proyecto enTándem desde noviembre del 2017, estudia política y economía en la Universidad de Barcelona desde hace un año. Con solamente 19 años, se define como muy comprometida con la sociedad  y la idea de ayudar a un adolescente con dificultades  le parecía significativo. Pero al empezar esta aventura, no tenía ni idea de que el tándem  también era  un lugar de toma de conciencia. Nos comparte el  testimonio muy potente de su experiencia con Sandra, su tándem de 15 años.

 

«Sandra y yo no hicimos nunca algo demasiado extraordinario. Lo especial de nuestros acompañamientos era precisamente el valor que llegaban a alcanzar aun basándose en charlar y pasear por el barrio. Podría relatar alguna de las tardes en que bebíamos cacaolat y jugábamos a voleibol o a juegos de mesa, o nuestras exploraciones por la biblioteca, pero me parece mucho más interesante centrarme en una de las conversaciones que mantuvimos mientras estábamos tumbadas en el césped del Parque del Clot.

 

Ella solía contarme anécdotas sobre la gente de su clase, se quejaba de algunos profesores y criticaba las gamberradas de algunos compañeros- lo que cualquier adolescente hace en cierto modo. Este día la historia tenía que ver con un chico en concreto, que trataba de forma misógina a sus compañeras. Por misógina no me refiero a descaradamente discriminatoria, sino que adoptaba comportamientos micromachistas repetidamente, como burlarse de las chicas que llevan pantalones “demasiado” cortos. Así, se introdujo en nuestra conversación un tema que nos ocupó toda la tarde: el feminismo.

 

Me sorprendió enormemente la capacidad de Sandra para analizar ciertas situaciones que la mayoría de las mujeres (incluida yo) asumen como naturales y no discriminatorias cuando realmente tienen una base patriarcal. Algunas de las cuestiones que comentamos fueron los términos “guarra” o “zorra” que se usan despectivamente para condenar la sexualidad femenina; la forma en que los chicos tienden a reconocer que se masturban pero ridiculizan a las chicas que lo hacen; o cómo el vello femenino es algo que “debería” avergonzarnos. Recuerdo que me comentó cómo los chicos de su clase se habían burlado de que una compañera tuviera la regla y ella misma estuvo criticando lo absurdo de esa actitud. No puedo llegar a expresar lo feliz que me sentí al ver que una chica de 15 años llegaba sola a tales reflexiones sin que yo le dijera esto es así o esto es asá. Lo más satisfactorio fue no ser yo quien explicaba, sino quien escuchaba, porque recuerdo que a sus años, ninguna de estas cosas me chocaba y aún intento de construirme en ese sentido. Me sentí muy orgullosa de ver que las chicas más jóvenes empiezan a educarse en el empoderamiento con anterioridad.

 

A partir de ese día creamos una complicidad muy fuerte, porque descubrimos que nuestro tándem era un espacio feminista. Empezamos a introducir gradualmente conversaciones de este tipo en los acompañamientos y a discutir estas cuestiones en posición de igualdad, porque a pesar de ser yo más mayor y universitaria, me demostró tener la misma capacidad y madurez para condenar la injusticia y juzgarla, que cualquier persona de mi entorno. Encontramos un punto medio, la virtud aristotélica, entre hacer el tonto y hablar de cosas serias y pudimos encajar muy bien la diversión con las conversaciones más profundas.

 

Gracias a Sandra he encontrado un motivo muy fuerte por el que seguir día a día reclamando la liberación de la mujer aunque a veces parezca utópica. Ese motivo es ver que cada vez más personas se preocupan por la solidaridad y la igualdad. He conocido a una chica joven, con un futuro que vivir, que haga lo que haga en sociedad, será desde un terreno feminista.»

Lola De Gallego
Voluntaria del barrio de Clot, Barcelona. AFEV Catalunya.
Estudiante en política y economía en la Universidad de Barcelona

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